Probablemente ahora que me retire del Twitter le dedique más tiempo a esta madre... Jajajaja, miento, no me voy a ir del Twitter, pero si le dedicaré más tiempo a escribir.
Y es que ahora me decidí a que está bien escribir las mamadas de la vida diaria. ¿Por qué? Porque quiero, así se me hinchan los huevos (Como cuando estoy a punto de eyacular sobre el horrendo culo de sus madres)
Bueno, pero no quiero ser grosero.
Y es que, gracias a la divinidad del San Juditas pachecon amante de la estopa con thinner que le regalan mis amigos los tepi-powers fanáticos de las itálikas, he podido encontrar el cargador de mi Palm. Bien, ahora podre recordar todo lo que haga, o al menos anotarlo más seguido.
Regresando a las cuestiones del Twitter; hoy platicaba con la niña Galaxia, y alguna mamada habrá pasado, o no sé qué, pero salió a conversación el infeliz de Edson, y pues sí, me cae de madres, eres un infeliz. Y lo digo en el mejor sentido que te lo puedo decir.
A estas alturas en realidad me eres indiferente, traté de hablarte en buen pedo, llevármela chido, echar el desmadre en buen pedo, pero pues no, ni dices que es lo que te molesta, no eres capaz de venir a decirme que pedo, que te molesta de mí.
Pero lo que de verdad me re caga de tu actitud es cuando te pones de pinche fresa mamón, me pone hasta el culo que te pones a quejarte de todos, ya lo he visto, todos somos para ti, unos ojetes, unos culeros (solo yo puedo ser culero, ser culero es chingón, los demás son intento de culero) somos los únicos que te tiramos mal pedo, los que decimos cosas de ti.
Y si, solo yo me porto de forma mamona, porque hago cosas que no son de tu agrado, porque mi forma de echar desmadre no te parece, porque soy un vulgar, un hijo de puta, un guarro y tus demás mamadas.
¿Y? ¿Tú qué pendejo? Me pone de malas que te pongas en tu pinche actitud de que sufres, de que te “tiras al drama” con la intención de hacer notar que solo tú eres el buen pedo, el chingón, de que todos se portan mal pedo contigo. De verdad que me cabrea cuando te pones en tu plan de que tú sabes hacer las cosas, y de querer ponerte como el pinche súper ejemplo, tu tan DON PERFECTO, me llena las bolas que te pongas así de diva.
Pero está bien pinche wey ojete, te va a castigar el destino, y el pinche semestre me vas a tener en alguna de tus clases, o en las 3, y me encargaré de joderte para que te sigas sintiendo el mártir, para que con ganas verdaderas te pongas a decirme que soy un pinche mamón.
Nada más acuérdate; si quieres, si no, por mí no hay pedo.
Ahora que si quieres, con toda la confianza llega y háblame como si nada, no te voy a recriminar nada, no te la voy a hacer de pedo, no te voy a dar un madrazo por bloquearme de tu Twitter, no te voy a patear por borrarme del Messenger, ni te voy a andar repitiendo cada 3 horas de que te portaste como un pinche pendejo mala copa conmigo, no wey, créeme que no, yo no me pongo a buscar enemistades por todos lados, te repito, me es indiferente, pero como me cabrea tu actitud en general, no hacia mí, es por eso que te quiero joder en la escuela.
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Ando muy cabreado, en la semana vi a un pendejo que me lleno las bolas, un hijo de puta de esos que me hacen perder la razón en solo un instante, como de los miles de imbéciles que suelo sodomizar con un acero incandescente de 30 cm. de largo y 3 pulgadas de grosor y que suelen abundar en la ciudad de México; el muy hijo de puta se atrevió a darme la espalda y aventar mis lindos y celestiales (casi hechos a mano por el mismo dios) brazos de la barrita del metro (aquella donde te afianzas, exactamente junto a la puerta).
Obviamente muy emputado le metí tremendo codazo que casi pude sentir su esquelética espalda tronar debido a la colosal fuerza de mis golpes (similar a la de Zeus), a lo que el muy pendejo volteó con afán de partirme algo (ni el orgullo me puede partir el pendejo), yo también iba a realizar lo mismo, pero me detuvo su estúpida cara de abuelito pacheco (no estaba abuelo, las drogas y su afición al América y a las telenovelas de televisa terminaron con el), tuve que dudar por un momento si encarnizaba una colosal matanza de mugrosos mediocres que abordaban el vagón en ese momento o hacerlo quedar como el vil pendejo que era.
Recriminé como debe de ser, como el educado lord caballero medieval que soy, con mi ya común forma de hablarle a un mugroso –Pero que te pasa reverendo pendejo, ¿No has visto que vengo recostado casi dormido? ¿Acaso no sabes que es de mala educación darle la espalda a la gente?– a lo que contestó –Si no estás en tu casa pinche escuincle–. Maldito imbécil, eso fue lo que me cabreo, no soy un escuincle, soy más pedazo de ser humano de lo que tú y tu enferma familia mediocre podrían llegar a ser en toda su asquerosa e inmunda vida.
Al instante mis lóbulos oculares pasaron de su hermoso y cotidiano color verde estilo dios griego, a un tono más rojo que el mismo infierno con todos los políticos mexicanos quemándose en el mismo; y antes de pararme y acomodarle reverendo madrazo estilo Hulk emputado, con el cual traspasaría alrededor de 4 vagones antes de que su asqueroso cuerpo se fuera desintegrando por la fricción del golpe con el metal puerco de los vagones y los demás pinches mugrosos, se acerca a mí un pelón con cara de pobre asexuado y me recrimina –Por favor cédele el asiento al señor, ya está grande–; aaaahhhh, CHINGA A TU MADRE, puedo madrearme a un mugroso, pero a dos en un día sería como organizar una gran tertulia con los más grandes filósofos y pensadores que hayan existido en esta tierra.
¡TENIENDO TODO EL PINCHE VAGON A MEDIO LLENAR! Vayan los dos a chingar a su madre, preferí cambiarme de asiento antes de cometer un crimen al matar a dos personas en un solo día, además de que ya casi arribaba a la raza y debía bajarme, puesto que tenía examen en solamente 10 minutos. Al cambiarme de asiento solo pude escuchar a otro pinche mugroso decir –Chamaco pendejo-, pero simplemente lo ignoré, no puedo entablar tanta conversación con tanta mierda al mismo tiempo, además de que ahora me encontraba diciéndole muy cortésmente al pobre pelón maricón –Claro, que se siente el pinche drogadicto–.
Termine muy encabronado, el pinche drogo psicópata no se sentó, le volví a decir al pendejo pelón –¿Para eso quería el pinche drogo el asiento?, entiéndelo, no se quiere sentar, se quiere clavar el tubo– mientras todos me voltearon a ver con una cara estúpida común del mexicano que se entretiene con cualquier pendejada que hayan en el metro, para ejemplo véase estos ejemplos cortesía de algunos pinches weyes sin vida propia que suben videos a YouTube:
http://www.youtube.com/v/Xvl2rdFql6c
Finalmente para terminar y concluir mi historia del día de hoy, he de decir que llegué a la estación de La Raza y me bajé como si nada, viendo con ojos de desprecio y asco a los inmundos desalmados que se atrevieron a mirarme anteriormente. Salí del vagón y con mi característica velocidad digna de un súper atleta de alto rendimiento fortísimo y bellísimo en el aspecto estético y joto, corrí para abordar a tiempo el tren de la línea amarilla, como cada día, marca record, como siempre, todo el transbordo en menos de 50 segundos.
Pude llegar a tiempo a mi examen, y con mis habilidades de ser inteligente que soy, pasé mi examen con honores, sin llegar a ser ñoño, esos pendejos, son punto aparte, y algún día me quejaré de ellos, me viene valiendo reverendo miembro de ballena que mi escuela esté plagada de ellos, o que me digan que soy un maldito huevón oportunista que busca profes fáciles para poder pasar, así como me dijo el pinche mamón de Edson. Eso será tema de discusión en algún otro momento.